miércoles, 6 de enero de 2010

Sobre la Violencia Doméstica en las Clases Medias Urbanas

La violencia establecida ya como un lenguaje, devenido de la imposibilidad de proponer o renovar el diálogo en las relaciones humanas, es quizás la peor de las tragedias que le toca enfrentar a nuestras sociedades.

Cada vez con más frecuencia, vemos en forma de noticia en los medios masivos, cómo casos de violencia doméstica terminan con uno de los cónyuges muertos. En tanto que la detallada descripción periodística de los alcances de tales desenlaces trágicos -dignos de una novela policial o de amor obsesivo- virtualmente convierten a los ocasionales lectores en azorados espectadores arrojados al consumo de la noticia.

Por lo general, los medios masivos también acompañan la cobertura de estos hechos conmovedores, con los ya consagrados y efectistas análisis estadísticos sobre este tipo de situaciones, devenidas ya en un verdadero flagelo de la sociedad actual. Esta situación en particular, ha disparado en mí las siguientes reflexiones.

Por un lado, entiendo que dada la reiteración de hechos similares sea imperioso que desde el estado se pueda establecer un sistema de contención adecuada para que estas situaciones no lleguen a un mismo y triste final, sin retorno alguno.

También creo que ambos conyuges tanto como sus hijos -si los tuvieran- son todos víctimas de una misma violencia, la violencia familiar o doméstica. Se trata de un verdadero problema de salud pública, no debe estar a la deriva, echado "a la buena de dios", y en manos de instituciones civiles de víctimas que con la mejor buena voluntad puedan aportar lo suyo.

Resulta entendible, que la indignación que generan las noticias acerca de hechos consumados sean movilizantes para la propagación de noticias, la búsqueda de estadísticas y quizás para la toma de conciencia de la sociedad, o al menos para alguna determinada parte de ella. También para un genuino debate para la búsqueda de soluciones a la problemática planteada.

Pero a mi humilde entender, este mismo y genuino sentimiento, también puede hacernos caer en faláceas comunes, fruto de nuestros propios prejuicios cognitivos acerca de las diferencias de género.

Como fruto de ello, y exponiéndome al visceral espontáneo odio de muchas personas, debo decir que no estoy de acuerdo en la definición de estas problemáticas bajo el título de "Violencia de Género". El término en sí mismo me resulta impropio, fruto de una visión sesgada.

La violencia, y en este caso más aún, no es una cuestión de género. En todo caso, establecer diferencias en función de los géneros me resulta un tema de forma y no de fondo.

Espero se me entienda bien: Asistir y alejar del problema a las víctimas visibles es primordial, fundamental e indelegable; no conmoverse ante la tragedia consumada resulta inhumano. Pero veo que tal actitud no tiene nada que ver con entender ni con resolver; ya que ni siquiera nos acerca realmente al problema, solamente nos moviliza al espanto desde las mismas consecuencias.

Creo la mejor manera de atacar la problemática es tener una visión integral y no desde la impresión que nos generan ante nuestros ojos el tenor o la mayor o menor escenificación de los traumas de las víctimas.

La violencia, en la mayoría de los casos, se establece como un verdadero espiral; donde cada actor la alimenta desde su lugar y es tanto víctima como victimario. Sólo los niños, totalmente ajenos al vinculo entre sus progenitores y por una cuestión obvia de roles la sufren sólo desde el papel de víctimas.

Una relación de pareja bien entendida nunca es concebida desde el sometimiento femenino o como una cuestión de dominación de uno sobre el otro. Esa no es la regla ni la norma como para entender los conflictos de pareja en su totalidad, desde mi visión.

Creer que ése es el único cristal por donde observar la realidad de la violencia familiar es cuanto menos, efectista. En todo caso, lo que alguna vez arrancó mal, lo más probable es que termine mal, y creo que ni yo ni nadie desde afuera podríamos evitarlo.

Lo que sí podemos hacer entre todos es a entender cómo se genera la violencia en las otras relaciones de pareja, las que se establecieron desde la igualdad de sus semejantes, para así evitar los tristes desenlaces que todos los días suceden, que sí nos enteramos pero que no nos conmueven desde un título catastrófico en un diario.

Hay una extendida tendencia a la burda simplificación del "machismo" como patrimonio masculino... Por lo general lo hacen quienes también pretenden oponer "machismo vs. feminismo"... No me dan ganas de explicar obviedades.

Finalmente, creo que la definición de Violencia de Género -tal como se la entiende vulgarmente- no es más que un genuino sesgo machista frente a la problemática de la violencia doméstica o familiar que azota a la mayoría de las actuales sociedades postcapitalistas.

Y que tal definición conlleva un error en el abordaje de tal magnitud, que lejos de aportar una mirada adulta al problema, termina haciéndole un flaco favor a la causa.

RG 01/10.

lunes, 4 de enero de 2010

Reflexiones Metafísicas...

Hay hombres que se pasan la vida tratando de entender el negocio para ganar mucho dinero, mientras olvidan entender el por qué de la vida. Otros afortunados, logran entender a la vida y así llegan a ser felices. Pero son muy pocos los hombres que logran entenderse a sí mismos para poder llegar a ser libres.

RG, 01/10.