No es necesario ser publicitario para saber que el domingo es el día de mayor tirada de los diarios tradicionales, tampoco hay que ser experto en comunicación para saber que es el domingo un día clave, donde el lector se predispone a leer el diario con tiempo, con mayor detenimiento, y también todos sabemos que es ése el día indicado para hacerlo reflexionar -sobre los temas que al editor del medio le interesa que se refexione- y así poder fijar posición dentro de su cabeza, influir en su estado mental. Por eso, si convenimos que los títulos y las notas de las tapas de los diarios nunca son casuales, mucho menos lo serán los/las de los días domingo, eso está claro.
Tambien debemos saber que los medios en su conjunto influyen fuertemente en la construcción del ambiente social e intervienen decidídamente en la configuración de la mentalidad de los ciudadanos que desarrollan sus vidas inmersos en ése ambiente social. Según la definición de Perez Amuchástegui, entendemos al "ambiente" como la síntesis de los factores externos e intenos que afectan al sujeto social, y a la "mentalidad" como la conciencia del ambiente que éstos mismos sujetos sociales tienen, ciudadanos localizados espacial y temporalmente.
Si observamos entonces las grandes disputas generadas a raíz del artículo Nº161 -conocido como de desinversión- de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada en 2009 por el Congreso Nacional y aún en discusión judicial, podemos deducir rápidamente que los intereses comerciales en pugna dependen directamente de la enorme capacidad para influir en sus audiencias que adquieren dichos conglomerados de medios de comunicación, llamados corporaciones, a través del virtual efecto de cartelización que logran operando en conjunto y con la imposición de un discurso único, uniforme, orientado profesionalmente, de manera táctica y estratégica.
Y justamente, como de estrategias se trata, hoy quiero analizar dos claros ejemplos de cómo opera el diario La Nación, y no me voy a ocupar en describir la operación burda de vender opinión por noticia desde los títulos de tapa haciendo una valoración negativa de cualquier acto de gobierno como vemos diariamente hacen junto con sus socios de Clarín, sino señalar algo más sofisticado, en éste caso, de la compleja construcción de sentido desde la falsedad ideológica, algo mucho más criticable y que en nada responde a la honestidad intelectual mínima y necesaria de cualquier editor de noticias a la hora de hacer periodismo.
Está más que claro que las empresas periodísticas defienden sus intereses y tienen todo el derecho de ejercer visiblemente su línea editorial en el manejo de la información y hasta en la decisión de qué es noticiable y qué no lo es para ellos, pero de ahí a manipular información de dudosas fuentes recurriendo a herramientas retóricas de muy baja calidad para terminar divulgando y legitimando falacias mediante su publicación ya estamos frente a un audaz y vergonzoso salto, y eso no es algo que se le pueda escapar a cualquier editor, a mí no me quedan dudas, estos actos responden a una estrategia deliberada para desinformar acerca de temáticas específicas y sensibles a los intereses corporativos del medio, una práctica despreciable, desdeñable desde todo punto de vista profesional.
Luego de ésta breve introducción, quiero analizar de qué manera un diario como La Nación hoy derrapa hacia banquinas inimaginables para sus incautos lectores.
Como todos sabemos, una de las funciones que el peiodismo tiene en función de su relación con la sociedad es la de ser un efectivo agente de divulgación, es decir, ser nexo entre el conocimiento científico y el conocimiento vulgar, bien llamado saber popular. La manera de intermediar entre éstos diferentes saberes es y debe ser muy noble, así la contribución a mediano y largo plazo termina siendo una progresiva evolución hacia sociedades sensiblemente más reflexivas, más justas, mejor informadas, que destierran mitos ancestrales y atormentantes creencias que sólo entorpecen su vital desarrollo.
Un periodista entonces se especializa en un tema particular y periódicamente hace trascender hacia el gran público lector los avances de las ciencias -realizando una traducción profesional de papers científicos o artículos publicados en medios especializados y reconocidos por la comunidad académica- desde secciones específicas de los diarios, cuyos editores, a partir de la credibilidad construída por años frente a sus lectores suelen colocar con títulos -por lo general- al pie de las tapas de sus prestigiosas ediciones dominicales, así funciona desde siempre en los diarios más reconocidos del mundo, así es como se realiza dicha contribución, de manera seria.
Pero qué pasa si al editor -no tan responsable- de un medio centenario con rebote en infinidad de medios asociados se le ocurre "operar" la conciencia de la opinión pública sobre temas sensibles a sus intereses, a través de bizarros "estudios", disparatadas falacias sin ninguna comprobación científica pero presentadas como si fueran conclusiones de papers o artículos en revistas de publicaciones académicas? Bueno, acá les muestro dos ejemplos de cómo ésto es lo que hoy está sucediendo.
Veámos la tapa de la izquierda de en la foto que ilustra el post, arriba,
observemos la nota publicada en el faldón (en el pie, a la izquierda).
Caso Nº1: La Nación, domingo 27 de mayo de 2012.
Copiá éste link en tu navegador para leer la nota:
http://www.lanacion.com.ar/1476757-la-ideologia-presente-en-el-codigo-genetico
Volanta, título y bajada:
"Psicología / Una teoría que gana fuerza:
La ideología, presente en el código genético"
Para comenzar, relacionar psicología con ideología y genética ya es de una ignorancia y audacia supinas. Te parece que ésto que publicó La Nazion cataloga como divulgación científica?
Ahora veámos un segundo y similar ejemplo, la tapa de la derecha en la foto que ilustra el post, también arriba, observemos la nota también publicada en el mismo lugar, el faldón (en el pie, a la izquierda).
Caso Nº2: : La Nación, domingo 17 de junio de 2012.
Copiá éste link en tu navegador para leer la nota:
http://www.lanacion.com.ar/1482799-con-amigos-de-politica-mejor-ni-hablar
Volanta, título y bajada:
"Fenómeno creciente en la clase media:
Con amigos, de política mejor ni hablar
Las discusiones en torno del kirchnerismo producen trastornos, peleas, distanciamientos"
Ésto también es una contribución a la divulgación científica en el pie de página en La Nazion? Jamás van a presentarte un análisis serio desde las ciencias sociales, claro, cómo te van a decir que la cuestión a la que tangencialmente se refieren no es ni nada más ni nada menos que una verdadera guerra de posición gramsciana que se está dando en las clases medias urbanas? Tampoco te van a querer hacer pensar como piensan la mayoría de los intelectuales de la materia, que todo nace por la inocultable crisis de hegemonía de una clase dominante, mucho menos que lo que está sucediendo es la puesta en duda de toda la intelectualidad vigente, su vetusto discurso y el direccionamiento de sus instituciones, jamás observar desde una perspectiva profesional, social, que el proceso puede observarse como efectivamente virtuoso, que de ésas discusiones en el seno familiar siempre surgen nuevas miradas que se atreven a cuestionar un orden establecido en pleno proceso de decadencia, ni notar que el cambio es inevitable, que si no logras verlo él te lleva puesto. Claro, prefieren aferrarse a la comodidad de los beneficios adquiridos, saben bien que el costado conservador de todo hombre siempre se asusta frente al debate inesperado, a la posibilidad de cambio, entonces te arman un título y te hacen una "ingenua notita" de la tapa del fin de semana con tremenda valoración negativa de la cuestión particular, la perversa sinécdoque de la parte por el todo, la forma por encima del fondo, te hablan de konfrontación familiar, te lo relacionan caprichosamente con la violencia y te operan sobre los miedos históricos y los sesgos sobre la política, con todo el poder que ejercen desde su cartelización mediática, son los jueces que nominan todos los sucesos y sentencian a todos los sujetos, pero finalmente no logran visualizar que quieran o no, solos, se están asfixiando, comienzan a sentir que su decadencia ya es inevitable, que están siendo parte del pasado, por eso tanta saña, tanto manotázo, es pura desesperación, realmente "van por todo", por el terror que tienen de quedarse sin nada.
A dios rogando y con el mazo dando.
RG 06/2012
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