martes, 24 de mayo de 2011

El Gran Apriete Argentino.


Parece mentira pero ya es real, hoy asistimos al tercer estadío en la etapa de la desnaturalización de los medios de comunicación.

En un comienzo, la razón de ser de los medios de comunicación fue la difusión de información.

La lógica periodística estaba orientada a la búsqueda de la verdad, la noticia; una vocación que desarrollaban los periodistas en el ejercicio de su propia profesión liberal; eran luego los editores los decisores-por lo general periodistas más experimentados-, los que consideraban cuáles hechos eran noticiables y cuáles no y sobre ésa estructura se establecía la jerarquía básica del medio.

De ésas decisiones se desprendía el prestigio de los periodistas en cuestión, la credibilidad del medio que representaban y sobre ése capital tan intangible como valioso construirían su futuro profesional.

Más tarde, en lo que denomino como el segundo estadío de desnaturalización, representado por el capital, las lógicas de las profesiones se subordinan a los intereses que el capital exige para propiciar el crecimiento de su negocio, la ahora empresa periodística. Allí se genera una genuina asociación de intereses y es entonces cuando aparece el lucro directo como factor principal de los medios periodísticos que se convierten en empresas de la información, desplazando a la búsqueda de la verdad y la información como única razón de ser y prioridad del medio de comunicación.

Nacen las tensiones entre los trabajadores y los dueños del capital, mientras los periodistas siguen con la inercia lógica de su profesión son los editores -también de formación periodística- quienes ahora serán los encargados de lidiar con los intereses económicos de los directores; los accionistas; los dueños del capital; reales poseedores del medio. Es así como nace la segmentación en los medios en función de su verdadero compromiso con la información, aparecen los medios denominados amarillos y que entienden a la noticia como una mera mercancía enmarcada en un acto de comercio y cuya prioridad estará en causar el mayor impacto posible en la opinión pública para engrosar ventas.

Luego se sumarían las mediciones, el baile por los anunciantes y el posicionamiento en función del target del lector, más marketing, más y más business. Un circo asociado al prestigio que el medio debía mantener en función del tratamiento de la noticia esperado y la búsqueda de la información que propiciara una agenda acorde a la línea editorial del medio, pero que aún respondiera a la lógica de la profesión periodística, la inicial razón de ser del medio.

Finalmente, el advenimiento del neoliberalismo y su expansión global nos trajo el tercer estadío de la desnaturalización, un escenario antes solo imaginado por perversos creadores de ciencia ficción. En ésta novedosa etapa, los medios ya no serían más autónomos, tampoco tendrían como fin último la salud de la empresa periodística y ni siquiera la maximización de sus ganancias, sino que la gran novedad ahora sería que el valor del medio estaría puesto en el usufructo total del capital simbólico antes citado, estructurado en la credibilidad lograda durante los años, la capacidad para influenciar sobre sus audiencias y por consiguiente en la opinión pública.

Es así como los medios ahora poderosos, más codiciados, se cartelizan y se convierten en verdaderos "posibilitadores" de realidades alternativas, paralelas; verdaderos apalancadores de otras empresas asociadas al grupo y que necesitarán de cierta virtualidad instalada en la opinión pública para hacer más propicio el "clima de sus negocios" encadenados al de las demás empresas de la corporación. El verdadero negocio es el crecimiento de la corporación y la subordinación de la información la nueva razón de ser de los medios de comunicación del mundo globalizado.

Entonces en función de ésta nueva lógica, los medios pueden darse el lujo de precarizar a sus trabajadores avasallando sus saberes profesionales, bastardear las profesiones planteando objetivos ajenos a la lógica periodística, reemplazar verdaderos periodistas sabuesos de la noticia por presentadores de noticias a la carta, y los editores ya no necesitan de experiencia profesional y periodística ya que su única labor será la de gerenciar eficientemente los RRHH subordinando opiniones e imponiendo temáticas, agendas, en funcion de los intereses particulares de los accionistas de la corporación.

Exponer y hasta perder parte de la audiencia será ahora considerado una herramienta de la política corporativa, una variable más dentro de un nuevo tablero de control, más amplio y complejo en términos profesionales y creado pasa satisfacer necesidades hasta ahora ajenas al periodismo pero íntimamente ligadas al auspicio de una realidad que articule eficientemente los negocios principales de la nueva corporación a la cual el medio estará subordinado.

Debo afirmar que hoy en día la mayoría de los medios de comunicación que conocemos ya ni siquiera son empresas periodísticas autónomas, sino que su nueva función es la de ser virtuales megáfonos, amplificadores primarios de las directivas de un grupo minúsculo de especuladores llamados accionistas de grandes corporaciones con conexiones globales y que nada tienen que ver con la informacion, con las noticias y mucho menos con la verdad.

En éste contexto es en el que hoy vemos la tapa del diario Clarín, con un título principal que a mi criterio solo responde a un apriete de una corporación mafiosa, impune e inescrupulosa en contra de otra corporación de idénticas características pero que con un guiño del poder político se animó a disputarle un área de negocios que hasta hace muy poco tenía vedada (ver: http://bit.ly/l9dNSJ). Estamos hablando de una telco, que comienza a transmitir contenidos de televisión, por intenet y a través de celulares, proyectando una notable sombra sobre los actuales operadores de televisión por cable.

Y como todos sabemos, el grupo clarín ostenta una posición dominante en el sector que en algunas zonas geográficas de la argentina llega al 85% de la totalidad de abonados. Vemos allí la nueva disputa, la batalla que hace subordinar en éste caso la agenda informativa, la lógica periodística y hasta la lógica empresaria del medio en cuestión y solo en defensa de sus intereses ya no comerciales directos sino corporativos.

El ataque, de lo más burdo que podríamos imaginarnos, remite a un tema incierto -que nunca pudo probarse científicamente- y que vuelve a colocar en el seno de la opinión pública un debate que ya tiene más de veinte años y que tiene como único objetivo instalar temores, miedos frente a la imparable expansión del mercado de la telefonía celular y la transmisión inalámbrica de datos y contenidos web mediante dispositivos móviles.

La grosera política de subordinación de las lógicas nunca se había manifestado con tanta prepotencia como hasta ahora, la desnudez de los intereses se expone frente a las narices del espectador, solo hace falta detenerse un minuto y observar, ya no es necesario poseer un saber académico, el simple saber vulgar que los propios medios masivos de comunicación enseñan alcanza para descubrirlo todo.

RG
24-5-2011